Por algunas semanas los más pequeños de nuestro liceo se transformaron en
los más grandes de nuestro liceo, aprovechando cada momento en juegos y
aprendizajes esenciales, pero por, sobre todo, despidiendo esta, una de las
etapas más bellas de la vida, llena de inocencia, diversión, curiosidad y
amistad.
Pero como todo en la vida llega a su fin, sin embargo, el término de esta etapa
no es motivo de congoja o pesar, sino que, de alegría y celebración, por los
desafíos superados, las amistades consolidadas y los aprendizajes logrados.
Un gran paso para la vida de nuestros estudiantes, iniciando el primer ciclo con
la mejor de las disposiciones y como siempre… alegres y entusiastas.
